JKX.

Un mes después he vuelto a pasar por tu casa, no estaba tu coche, supongo que no estabas. Creo que ya no vive nadie allí, ni si quiera tú. Me aterroriza no saber en que parte de la ciudad descansa tu corazón cuando te vas a dormir, cuando no piensas en mi. También me da pena que tantos recuerdos se olviden en una casa ahora vacía, donde fui feliz, donde me contaste tantas mentiras. Quiero saber donde es que ahora las llevas a ellas o solamente a ella, si es que tu cabecita de niño en un cuerpo demasiado maduro a empezado a aprender y a dejar de marcar pieles una noche sí y quizá otra también. 
Intento no pensar demasiado en ti cuando camino por la ciudad y paso por aquellos lugares donde casi fuimos felices, donde nos besamos y donde descubrí tantas cosas de ti. Nunca fui demasiado buena disimulando que me importas, mucho menos ahora. Pero aveces me permito recordarte, y está bien. Voy progresando. También recuerdo tu tatuaje.
Por cierto, ahora tampoco me gustan las penumbras, siento que nunca llegarán a ser tan buenas y bonitas como las de tu habitación, allí fui feliz y saber que no volveré me da rabia, pero es que quizá simplemente es que ahora prefiero la oscuridad. Me jodiste el color naranja y ya no me gusta ni en mi pelo, incluso eso se enlaza de forma rebuscada contigo, aunque tú no lo veas, ya sabes, yo si. Tan cálido como un abrazo, tan ardiente como el sudor corriendo por tu espalda, ahogándome, recuerdo que eso te ponía cachondo. ¿Aún lo hace?
De vez en cuando voy distraída y se me sienta un hombre al lado en el tren que lleva tu misma colonia o caminando por la calle, el otro día casi lloro, pero lo estoy intentando llevar mejor, en parte lo agradezco, identificarte con un olor significa que has existido, que no te he inventado.
Con tu coche el problema es peor, vaya donde vaya hay coches blancos y de la misma marca, aveces pienso que se colocan malignamente a mi al rededor, pero nunca tienen tu matrícula, nunca eres tú el conductor.
Echo de menos incluso tu malos pelos rizados, toda tu altura y verte caminar. Allí donde eres, todos te quieren, los haces sentir como en casa, todos te pueden ver, y todos te prefieren. Eres como un deseo que se cumple, iluminas, y no se si eso lo sabes.
¿Te acuerdas de tus prisas por llevarme a tu casa? Yo estaba nerviosa, espero que no lo notaras, aunque ahora ya que más da. Pero incluso de esa primera noche, me gustó tu forma de echar el humo de tu cigarro. 
Lo siento por el daño que te hice después, en mi cabeza suena aún tu voz rota y el portazo de la puerta. Lo siento de verdad, espero que al menos eso me lo puedas perdonar.
¿Sabes otra cosa? No hay ni un solo día que no lea o escuche tu nombre, es como un talismán, que duele, pero si escuece es que está curando.
Quizá un día me llames y me digas que te apetece verme. Se que no lo harás. 
No te preocupes, seguiré buscándote en otros besos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario